Nuestra mesa de taller descansa bajo una parra rodeada de olivos, en una isla de fértil tierra al sur de Madrid.
Haga frío, calor o lluvia, aquí me siento inspirada, tranquila y concentrada. Extendemos todas nuestras herramientas y trabajamos junto a la naturaleza. Aquí pensamos, trasnochamos y acabamos nuestros trabajos florales, listos para ser enviados y colocados en su lugar de destino. Siempre se llevan un pedacito de esencia de esta bella naturaleza.
En este lugar estallan cada primavera los primeros almendros en flor,
se huele el silvestre aroma del romero, el tomillo y la lavanda autóctona al pasear por sus campos, crecen protagonistas grandes higueras y granados ya salvajes, y los olivos envejecen orgullosos a sus anchas.
Es una tierra seca, cálida, caliza y pedregosa, pero con agua de torrente subterránea que nos ha regalado una maravillosa colonia de bambú y un tapiz de vincas que en primavera parece salido de un cuadro de Cezanne.
Y tan cerquita de Madrid. A dos pasos, venimos aquí y trabajamos…..
…haga frío, calor o lluvia….
La naturaleza siempre nos proteje.
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